A propósito del Día Mundial de la Salud Mental, recordado cada 10 de octubre, la Fundación CTR destacó la importancia de atender la salud mental en situaciones de emergencia, subrayando que hacerlo no solo reduce el sufrimiento individual, sino que también favorece la recuperación, fortalece la resiliencia y previene que las secuelas emocionales agraven las pérdidas materiales.

“Proveer acceso real y oportuno a estos servicios no es solo una medida sanitaria, sino una inversión social: reduce el sufrimiento, acelera la recuperación y fortalece el bienestar colectivo, especialmente en tiempos de crisis”, señaló Abelardo Perches, Director General de Fundación CTR.

El psiquiatra Santiago Treviño San Martín, aliado de la Fundación, explicó que ante eventos catastróficos —como huracanes, terremotos, conflictos armados o accidentes de gran magnitud— las personas no solo enfrentan riesgos físicos, sino también un impacto emocional profundo. Estas experiencias pueden detonar miedo, ansiedad, estrés e incluso trastornos graves como el estrés postraumático.

Si no se brinda atención adecuada, las reacciones iniciales pueden volverse crónicas y afectar la capacidad de trabajar, relacionarse y cuidar de uno mismo.

En contextos de crisis, el primer paso para brindar apoyo emocional es garantizar la propia seguridad. Solo si se está a salvo se debe intervenir ofreciendo calma, seguridad y compañía. Hablar con voz pausada, escuchar con empatía, ofrecer apoyo físico si la persona lo permite y validar sus emociones son acciones esenciales. En contraste, conviene evitar frases como “cálmate” o “échale ganas”, minimizar el problema, hacer promesas irreales o emitir juicios.

Tras un evento traumático, reacciones como llanto, insomnio, pesadillas o ansiedad son normales durante las primeras semanas, siempre que disminuyan gradualmente. Si los síntomas persisten más de cuatro semanas, empeoran o incluyen señales de alarma —como autolesiones, abuso de sustancias, ideas suicidas o dificultad para realizar actividades básicas— es fundamental acudir a un especialista en salud mental.

El autocuidado inmediato implica mantener rutinas básicas: alimentarse bien, dormir, hidratarse, socializar y, cuando sea posible, retomar actividades laborales o escolares. También es recomendable hablar con personas de confianza, evitar decisiones importantes en los primeros días y practicar técnicas de respiración o relajación.

A largo plazo, se sugiere reincorporarse gradualmente a la vida cotidiana, realizar actividad física, buscar apoyo terapéutico o grupal, limitar la exposición a noticias traumáticas y acudir siempre a profesionales si los síntomas persisten.

Finalmente, la Fundación CTR recordó que no solo quienes viven directamente una catástrofe pueden sufrir secuelas emocionales. Testigos, rescatistas o incluso quienes consumen de forma constante noticias o imágenes de tragedias pueden experimentar síntomas relacionados con el trauma. Por ello, es esencial regular el consumo de información y que los medios de comunicación actúen con responsabilidad al difundir contenidos sensibles.

“No todas las personas cuentan con la misma capacidad de resiliencia, y reconocerlo es fundamental. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de autocuidado y un paso necesario para fortalecer el bienestar individual y colectivo después de cualquier crisis”, concluyó Treviño.

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