Conocido como un fenómeno emocional que combina pensamientos y sentimientos negativos, el síndrome del impostor genera una percepción distorsionada de los propios logros y un miedo constante a ser descubierto como incompetente. Este fenómeno ha ganado terreno entre los colaboradores en el entorno laboral.
“La fuerza de este síndrome es tal, que impide a la persona reconocer con claridad sus triunfos. A diferencia del efecto Dunning-Kruger, quienes lo padecen no se replantean como expertos reales en lo que hacen ni logran interiorizar sus logros”, explicó Melhina Magaña, Co-fundadora & Managing Partner en Daucon.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el síndrome del impostor no es un trastorno mental ni una enfermedad, sino un fenómeno psicológico común, completamente modificable. Reconocerlo permite al colaborador comprender que el conocimiento, la experiencia y las habilidades que posee son suficientes para desempeñar con éxito una tarea o un puesto.
Pero los alcances de este síndrome van más allá del aspecto profesional del colaborador, también genera consecuencias en las empresas como
Este fenómeno es más común entre personas de alto rendimiento, lo que lo convierte en una afección selectiva dentro de la fuerza laboral remunerada.
Según la experta Valerie Young, existen cinco perfiles de impostores descritos por Daucon, firma que congrega a expertos en gestión del cambio para LATAM::
Para gestionarlo, Magaña recomienda que la gestión del síndrome del impostor debe iniciar con la aceptación y el reconocimiento, acompañados de acciones concretas:
“El síndrome del impostor está presente en personas exitosas que han tenido grandes logros. Con frecuencia se manifiesta como un modelo de supervivencia en hombres, mujeres y minorías dentro de las organizaciones”, concluyó Magaña.
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