El líder de la Academia de Diseño de Iluminación de Construlita, Sergio Pérez Villaseñor, alertó que la mala iluminación —a la que se refiere como luz basura o junk lighting— sigue representando un riesgo para los trabajadores. Se trata de aquella luz artificial inadecuada que provoca malestar físico o psicológico. Una luz demasiado fría en un restaurante que debería invitar a relajarse, o un parpadeo imperceptible al ojo humano pero detectado por el cerebro, pueden derivar en migrañas e incluso, en casos extremos, crisis epilépticas.
El especialista de la marca especializada en iluminación, explicó que la luz también incide en los ritmos circadianos. Nuestro cuerpo reconoce los cambios naturales de la luz solar: en la mañana activa la serotonina, al mediodía alcanza el pico de energía y por la noche la melatonina prepara al organismo para dormir. “Cuando usamos pantallas o luces blancas intensas durante la noche, el cuerpo ‘cree’ que sigue siendo de día, lo que interfiere con el descanso”, advirtió.
Las consecuencias psicológicas y emocionales de una iluminación deficiente son igualmente relevantes. El estrés, por ejemplo, es una de las más comunes: una luz demasiado intensa obliga a fruncir el ceño, mientras que una tenue exige forzar la vista, lo que genera tensión muscular. En ambos casos aumenta la incomodidad y el agotamiento. Además, un mal diseño lumínico puede hacer que un espacio se perciba inseguro o poco acogedor.
En el contexto del teletrabajo, Pérez Villaseñor observó que muchos adaptaron espacios improvisados en sus hogares sin tomar en cuenta la iluminación. Las empresas, dijo, pueden contribuir con talleres o capacitaciones que orienten a los colaboradores a mejorar sus entornos.
En oficinas, incluso decisiones simples como elegir la temperatura de color adecuada pueden marcar una diferencia significativa. Y si se apuesta por sistemas de iluminación inteligente, capaces de ajustarse según la hora del día, el impacto es aún mayor: se optimiza el consumo energético y se incrementa el rendimiento. “No es lo mismo la luz que necesitamos a las nueve de la mañana que a las cinco de la tarde”, puntualizó.
El experto recordó que certificaciones como WELL o LEED ya consideran la iluminación como parte del bienestar laboral. Aunque la inversión inicial puede ser más alta, se recupera con ahorros energéticos y con la reducción de la rotación de personal. “Hay estudios que muestran disminuciones de hasta 36% en la rotación gracias a mejoras en el diseño de iluminación”, detalló.
Añadió que en Grupo Construlita cuentan con asesorías para preparar a los futuros profesionales de la iluminación para que tengan las herramientas necesarias de crear espacios no solamente para iluminar sino con el propósito de ser funcionales y por el bienestar de las personas y/o colaboradores.
Finalmente, subrayó que la luz va mucho más allá de un aspecto estético o funcional: “la iluminación adecuada favorece la salud, la productividad y el compromiso de los trabajadores”.
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