Datos recientes del informe El Estado Mental del Mundo en 2024 de Sapien Labs evidencian una preocupación creciente: una alta proporción de jóvenes latinoamericanos, de entre 18 y 24 años, experimenta con frecuencia sentimientos de tristeza, angustia o desesperanza.

A propósito de esta investigación, Statista destaca en su infografía que "en todas las regiones del mundo, los adultos mayores se sienten relativamente bien, mientras que las generaciones más jóvenes tienen dificultades. La única diferencia entre países es el grado de deterioro de la salud de la mente de las generaciones más jóvenes". Más de un tercio de los adultos jóvenes (18-34 años) "presentan síntomas que incluyen pensamientos no deseados, extraños y obsesivos, y también una sensación de distanciamiento de la realidad".

De acuerdo con el informe, las causas de esta problemática "son multivariadas y están interconectadas", como los smartphones, "una cultura cada vez más desvinculada socialmente" y "exposiciones ambientales y químicas". En conjunto, el deterioro de las generaciones más jóvenes ocurre en todos los países, "independientemente de los niveles de gasto en investigación en salud mental y acceso a cuidados". Las generaciones más jóvenes "viven en contextos de lazos familiares más débiles, menos amistades cercanas con las que se pueda contar en la vida real".

Por otro lado, "el ser dueño de un smartphone durante la infancia y la adolescencia altera el sueño, aumenta el riesgo de exposición a contenidos nocivos en línea como el ciberacoso y material explícito y distorsiona el desarrollo de la cognición social que requiere la interpretación de las expresiones faciales, el lenguaje corporal y la dinámica de grupo".

Además, el estudio asegura que las personas que consumen regularmente alimentos ultraprocesados tienen tres veces más probabilidades de estar angustiadas o sufrir trastornos mentales en comparación con quienes consumen raramente estos alimentos.

Por último, "las toxinas ambientales como los pesticidas, los metales pesados y los microplásticos, que están cada vez más presentes en muchos alimentos y bebidas, así como en el agua potable, y se acumulan en el cuerpo y el cerebro".

Según el informe, "los estudios han relacionado estas toxinas con problemas de desarrollo neurológico y de salud mental, con niveles crecientes de exposición en las generaciones más jóvenes durante etapas críticas del desarrollo que las hacen especialmente vulnerables al impacto tóxico".

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