Primero fueron los traductores los que vieron peligrar sus trabajos, luego los escritores, guionistas y editores, y ahora el resto de la industria de la generación de contenidos de imagen y videos. Aunque costará tiempo en darle vida propia e interna a los personajes y a los guiones, sabemos que ocurrirá antes de lo que creemos.

Existe una diferencia cada vez más grande entre el tiempo que se necesita para crear películas y series comparado con el consumo que se produce de ellas. Somos depredadores de contenido y la industria sigue funcionando con muchos retrasos para lo demandante que nos hemos vuelto. En un pasado no tan alejado consumíamos entretenimiento como caviar y ahora lo devoramos como hamburguesas rápidas y digo bien: devoramos ya que empujamos al tiempo para que sea más rápido.

Antes, ir al cine era algo elaborado y que se producía pocas veces al año. Los que tuvimos esa infancia, “vamos a ir al cine” era una de las mejores frases que podías escuchar porque ese día era especial mientras que hoy cualquiera de nosotros podemos comernos dos o tres películas al día.

SORA es la alarma para confirmar que la industria ha cambiado, porque a partir de un texto, podremos crear directamente películas, series, dibujos y cualquier contenido. Y digo bien: podremos, ya que el acceso es para todos.

Significa que los humanos nos convertiremos en directores de cine, no lo creo, pero que miles lo harán, no me cabe duda porque el consumo desenfrenado de contenido sigue subiendo de manera excesiva y si hay demanda, hay y habrá más mercado.

Por tanto, ¿los humanos querremos consumir películas hechas por los humanos o por las máquinas? La respuesta es fácil, querremos consumir una excelente producción.

¿Pero significa que a lo mejor habrá novelas maravillosas escritas por máquinas? Seguro que las habrá y si el mercado las consume, pues será un éxito. Les recuerdo que una “mujer” Carmen Mola es en verdad tres hombres que la mantenían en secreto hasta que se les descubrió el pastel, así que no nos pongamos tan exquisitos ni estupendos ya que Carmen sigue escribiendo, publicando y vendiendo y miles siguen comprando.

El gran David Hockney en una de sus cientos de exposiciones en Londres hace doce años, ponía en la entrada un aviso singular: “esta obra que va a disfrutar la ha hecho solo el artista” en comparación a otros como Hirst quien tiene un ejército de personas que le producen sus diseños.

Se me ocurre que las producciones tradicionales televisivas llevarán la marca “Made by humans” para diferenciarlos de las hechas por las máquinas, como los vinos que dicen que están hechos en ese “lugar especial” asumiendo que es excelente y mejor que otros, cosa que no siempre es cierta.

¿Tendremos esa simpatía a favor de los humanos en contra de las máquinas como ese orgullo que tenemos por nuestra tierra acotada por fronteras o por ropas con colores que representan nuestras banderas?

¿Consumiremos más producción humana aunque sea peor que la generada por las máquinas?

¿Será una evolución del “hecho a mano” para destacar frente al “hecho a máquina”?

Lo que es seguro es que hoy más que nunca hay que aprender de los nuevos cambios y estar preparados y formados porque vienen curvas maravillosas ya que el cambio es lo único constante.

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