En un paisaje laboral en constante evolución, los organismos dedicados a la salud y seguridad laboral se encuentran en una búsqueda constante de nuevas estrategias para cumplir con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Entre ellos, destacan dos metas fundamentales: el Objetivo 3, enfocado en la salud y el bienestar, y el Objetivo 8, que promueve el trabajo decente y el crecimiento económico.

Consideremos el ritmo frenético de la vida moderna: pasamos en promedio 7-8 horas durmiendo, otras 8 horas dedicadas a la familia, los estudios y las relaciones sociales, y finalmente, 8 horas inmersos en el trabajo. Estas últimas, cruciales para nuestro sustento, son diversas y cambian según el sector y la línea de negocio en la que nos desenvolvemos.

En este contexto de transformación, donde la digitalización y el teletrabajo están redefiniendo la manera en que concebimos nuestras labores, también debemos replantearnos nuestra percepción y valoración del trabajo en sí. Más allá del aspecto puramente económico, todos aspiramos a encontrar un trabajo que nos llene, nos desarrolle y nos permita crecer como individuos.

Es aquí donde surge el concepto de "salario emocional", reconociendo que la satisfacción laboral no se limita al aspecto financiero. El bienestar en el trabajo no solo promueve la integración de la salud en nuestra rutina diaria, sino que también nos dota de una mayor claridad mental, previene enfermedades, fomenta la creatividad y la eficiencia, y nos capacita para enfrentar con éxito situaciones de estrés y cambio.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define un entorno de trabajo saludable como aquel en el que empleados y empleadores colaboran en un proceso continuo de mejora para promover y proteger la salud y seguridad laboral, así como la sostenibilidad del entorno de trabajo. Esto incluye aspectos como la seguridad física, el bienestar psicosocial, el acceso a recursos de salud personal y el impacto positivo en las familias y la comunidad en general.

Al evaluar una empresa, es crucial priorizar aquellos aspectos que beneficien nuestro bienestar integral. Desde un ambiente laboral seguro y saludable hasta beneficios que fomenten la salud y el desarrollo personal, pasando por oportunidades de formación y equilibrio entre trabajo y vida personal.

Un entorno laboral positivo se caracteriza por su atmósfera productiva, canales de comunicación abiertos, equipos empáticos, refuerzos positivos, oportunidades de crecimiento, optimismo y un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal.

En resumen, un entorno laboral saludable no solo contribuye al bienestar de los trabajadores, sino que también impulsa el crecimiento y la sostenibilidad de las empresas, creando un círculo virtuoso donde todos salen beneficiados.

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